Según Mining.com, un informe de McKinsey & Company predice que el mercado de los imanes permanentes de tierras raras se triplicará para 2035 a medida que se acelera la transición energética, lo que plantea mayores desafíos para el suministro global.
Los imanes permanentes de tierras raras son actualmente los imanes más fuertes disponibles para su uso en motores y generadores de turbinas eólicas. Estos imanes suelen requerir cuatro elementos de tierras raras como materias primas: neodimio (Nd), praseodimio (Pr), disprosio (Dy) y terbio (Tb). Los dos primeros son los componentes principales, mientras que los dos últimos son aditivos utilizados en aplicaciones más críticas para mejorar el rendimiento.
McKinsey estima que, aunque representan solo el 30% de la producción total de tierras raras, las tierras raras utilizadas en imanes permanentes representan el 80% del valor total del mercado de tierras raras.
Debido a su importancia en las tecnologías de energía limpia, las tierras raras globales utilizadas en imanes aumentarán de 59.000 toneladas en 2022 a 176.000 toneladas en 2035. McKinsey agrega que el principal impulsor de este crecimiento es el fuerte aumento en la tasa de penetración de los vehículos eléctricos, que está superando la sustitución de los imanes de bobina de alambre de cobre por tierras raras. Otro factor es el rápido desarrollo de las energías renovables.
Al mismo tiempo, el suministro podría disminuir hasta en un 30%. La inestabilidad geopolítica puede exacerbar la escasez de suministros de tierras raras.
McKinsey advierte que, aunque los países de todo el mundo se esfuerzan por desarrollar sus propias cadenas de suministro de tierras raras, será difícil diversificar la cadena de suministro en los próximos 5 a 10 años. El largo plazo de entrega para la construcción de nuevas instalaciones de minería y procesamiento, los obstáculos ambientales y los altos costos hacen que los recursos secundarios, como el reciclaje, sean cada vez más importantes.
Actualmente, más del 80% de los residuos de tierras raras provienen de piezas de electrónica de consumo, vehículos eléctricos o de motor de combustión interna, todos los cuales utilizan imanes más pequeños para motores, frenos y sensores.
Sin embargo, McKinsey cree que para 2050, el mayor uso de elementos magnéticos de tierras raras en vehículos eléctricos y turbinas eólicas puede conducir a una expansión de las fuentes de residuos. Los sistemas de propulsión de vehículos eléctricos puros, los motores industriales y las turbinas eólicas pueden generar cantidades similares de residuos de tierras raras, proporcionando así una fuente nueva y más grande de imanes que contienen una mayor proporción de valiosos elementos pesados de tierras raras.
McKinsey estima que existen aproximadamente 40.000 toneladas de residuos de tierras raras pre-consumo, que provienen de las etapas de diseño y fabricación de imanes, y aproximadamente 41.000 toneladas de residuos de tierras raras post-consumo, que provienen de varios productos al final de su vida útil.
McKinsey cree que, en comparación con la distribución relativamente concentrada de los residuos de tierras raras pre-consumo, los residuos de tierras raras post-consumo están más dispersos geográficamente pero son más difíciles de reciclar.
McKinsey afirma que el reciclaje de elementos de tierras raras post-consumo requerirá la separación especializada de imanes para su posterior procesamiento, una práctica que actualmente no se adopta en la cadena de valor de reciclaje existente, que se centra en materiales de alto valor o alto volumen, como el oro y el cobre o el aluminio y el acero.
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